P.- Estimado Fray Luis,
¿porqué hemos de llamarle fray y no monje?
R-. Vamos a ver pequeño.
Normalmente solemos denominar frailes a aquellas personas de vida activa que se
dedican a predicar el evangelio fuera de los conventos, mientras que los monjes
se dedican a la contemplación y la oración dentro de los monasterios.
P.- ¿Dónde ha vivido durante su infancia?
R.- Nací en Madrigal de las altas
torres, un pequeño pueblo en Madrid, de hecho allí están actualmente las
agustinas, mujeres que viven en clausura y se dedican a rezar por las
vocaciones del mundo. Es más, si no fuesen por sus oraciones no habría tantas
vocaciones en el mundo como hay en la actualidad. Ahora bien, con tan solo 14
años me desplacé a Salamanca donde ingrese en la orden de San Agustín y me
formé.
P.- Y con tan solo 14 años ¿No echabas de menos a tu familia?
R.- A decir verdad, sí. Y más
cuando yo ingresé en el colegio San Agustín de Salamanca, mi padre por su profesión que era la abogacía,
le destinaron a Granada y por eso no eran muy frecuentes sus visitas. Eran
otros tiempos y gracias a Dios, tuve la oportunidad de formarme en una de las
mejores universidades españolas de la época.
P.-Cuéntame Fray Luis, sabemos que fue un gran apasionado por las lenguas
bíblicas sobre todo el griego y el hebreo, De todas las obras que tradujo ¿Cuál
es la que más le gusta?
R.- La obra que más me apasionó fue el Cantar de los cantares, cada vez que abría la Biblia y lo leía me
parecía más bonito, es más, hice esa traducción porque mi prima Isabel Osorio,
que era monja del convento de Sancti Espiritus de Salamanca me lo pidió. Ahora
bien, fue una obra que traduje en secreto pero uno de mis estudiantes la
difundió y acabé encarcelado por la inquisición el Jueves Santo del año 1572.
P-. Y por último, ¿me podrías comentar un poco qué es lo que hacías en
la universidad de Salamanca?
R.- Mira cuando comencé mi andadura
por la universidad de Salamanca, inicié mis estudios en Teología, justamente
dos meses después de la muerte de Francisco de Vitoria, que si no lo sabes,
ocupó un gran puesto en la universidad. Gracias a él se inició lo que se
conoce como la escuela de Salamanca, y un tema muy importante, el dictado. El
dictado fue increíble ya que no teníamos que coger solamente algunas notas,
sino que podíamos ir copiando con nuestra pluma con más precisión los
datos. Me formé durante toda mi
vida en la universidad Salmantina y fue allí donde aprendí tantas lenguas y me
convertí en un gran poeta, místico y teólogo.